Noticias | Centro de Estudios Maximalistas
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¿Por qué somos maximalistas?

Maximalismo es pensar que la escasez puede ser vencida mediante la organización de las capacidades productivas como un comunal universal y desmercantilizado orientado a satisfacer directamente las necesidades humanas.

Por eso nuestras colectividades se organizan en torno a un comunal único, cuidado por todos, dedicado a cuidar de todos y satisfacer las necesidades de cada uno.

Maximalismo es pensar que el conocimiento sólo puede ser entendido como un comunal si queremos que sirva a las necesidades de la Humanidad como un todo. Y que la Naturaleza seguirá siendo rapiñada y acabará destruida inexorablemente y la Humanidad no sobrevivirá al modelo social y económico actual si la producción y el trabajo no se integran como parte de un metabolismo común con la Naturaleza.

Así que los maximalistas batallamos para transformar las condiciones sociales de producción, incluidos los procesos productivos, la producción energética y la construcción de espacios, para crear un mundo compatible con la vida humana.

Maximalismo es entender todo cuánto hay en el mundo como parte de un comunal futuro que en algún momento administraremos consciente y colectivamente todos los humanos... y traer ese futuro al presente a la escala que hoy es inmediatamente posible, la de lo comunitario y lo cooperativo.

Por eso si una palabra define de qué va el maximalismo es comunal.
Noticias | Centro de Estudios Maximalistas pinned «¿Por qué somos maximalistas? Maximalismo es pensar que la escasez puede ser vencida mediante la organización de las capacidades productivas como un comunal universal y desmercantilizado orientado a satisfacer directamente las necesidades humanas. Por eso…»
Los tres temas que más habéis señalado como parte de vuestros intereses son:

1. Modelos y estrategias cooperativas (62%)
2. Organización de comunales (56%)
3. Psicología comunitaria (50%)

De las tres cosas hablaremos en el intensivo de junio en Guareña, pero también prepararemos talleres específicos de fin de semana para fechas posteriores.

De momento nos ponemos a trabajar ya en un taller específico de «Modelos y estrategias cooperativas» (= Desarrollo cooperativo) para finales de verano o comienzos de otoño.
#DesarrolloCooperativo. En EEUU y parece que globalmente, hay escasez de «Chartreuse» (=Cartuja), el licor de hierbas de los monjes del monasterio madre de los cartujos (en Francia).

Los monjes, que ya habían cambiado la receta reduciendo los ingredientes a la mitad para hacer más sostenible el producto sin que la demanda se cayera, decidieron recientemente restringir la producción para no dedicar tantas horas al trabajo y tener más tiempo para la vida comunitaria y el culto religioso.

Sin embargo la demanda, que se había disparado durante los confinamientos, no da señales de caer. La prensa se muestra atónita: los monjes no subieron los precios, pero tampoco quieren reconsiderar su decisión.

Una comunidad monástica está muy lejos -y en muchos aspectos cruciales es de hecho lo opuesto- de una colectividad. Pero el tipo de problemas que ilustra el «Chartreuse» es relativamente común.

Cuando hablamos de producción para el mercado todos vemos claro que ha de prevalecer la lógica comunitaria. Pero ¿Y si produjeran alimentos y al otro lado estuviera la cooperativa de consumo de un barrio o una fábrica? ¿Qué nos dice esa contradicción posible sobre los modelos de desarrollo cooperativo?

https://www.nytimes.com/2023/04/14/dining/drinks/chartreuse-shortage.html
#Historia #Israel. Los fundadores de Degania, el primer #kibutz, en 1909. La edad media era 17 años.
¿Qué comunales y para qué?

Todos hemos oído hablar de los «bienes comunes» (mala traducción del inglés «common goods» / «commons»). Los «comunales» de toda la vida. Tras el premio Nobel de Economía a la socióloga estadounidense Elinor Ostrom en 2009 se pusieron de moda en el mundo académico y aparecieron mil organizaciones y grupos de estudio que, bajo sus teorías, decían reivindicarlos.

La verdad es que sonaba raro como «novedad» en países como España donde los comunales agrarios habían representado hasta hacia poco casi la mitad del territorio en regiones como Galicia mientras en otras, como Navarra, formaban desde la Edad Media todo un corpus propio dentro del Derecho foral.

Pero aún era más significativo que en uno de los primeros países de Europa en desarrollar un amplio tejido de cooperativas de trabajo y en el que la revolución de 1936-37 había generalizado las colectividades a partir muchas veces de cooperativas jornaleras y otras de obreros urbanos, la definición de «comunal» que se promocionaba se limitara a pastos y bosques compartidos entre pequeños propietarios, por lo general en zonas agrestes y poco pobladas.

Por otro lado era llamativo también que en un país en el que por defecto en todo el territorio -salvo Cataluña- los matrimonios se constituyen legalmente como una forma particular de comunidad de bienes, un país por tanto plagado de micro-comunales, el estudio de los llamados «problemas de gestión del comunal» no recurriera nunca a las experiencias cotidianas de la mayor parte de la población.

No, interesaba sobre todo la mirada de Ostrom. Para la autora, los casos de éxito en los que la explotación de un comunal no agotaba el recurso explotado cumplían ciertas características que comenzaban por la exclusión de terceros, el desarrollo de un marco fuerte de regulaciones muy específicas al territorio y continuaban por la imposición de controladores, mediadores y sanciones para acabar exigiendo el reconocimiento legal por las instituciones estatales.

Es normal que Ostrom se convirtiera en santa patrona de una cierta perspectiva del comunal que insisitía en lo «complejo» de «organizarlo» y la necesidad de técnicos, «controladores» y «mediadores». Y es normal que una cierta generación de doctorandos universitarios la tomara por bandera en un momento de paro juvenil intenso. Estaban creando -conscientemente o no- un modelo de negocio en realidad que les daba sentido como consultores, controladores, mediadores y gestores. El comunal que les interesaba era el que podía ser fácilmente burocratizable.

Durante una época, en tanto el discurso se estilizaba y decantaba, se hicieron comunes las visitas de doctorandos y graduados recién licenciados a cooperativas de trabajo industriales y concejos con bosques comunales, casi siempre co-organizadas o al menos con el sello de alguna universidad conocida. Muchos trabajadores cooperativistas tuvimos que escuchar más de una vez de estos turistas académicos la frase «venimos a liderar vuestro proyecto», presentación que, como era esperable, no era recibida con vítores a los aspirantes a «liberadores».

Casi diez años después de aquella fiebre del comunal entre los académicos, el discurso oficial sobre el comunal parece haberse concentrado en ciertas partes del mundo rural con baja densidad poblacional, ganadería extensiva y zonas de «alto valor natural» no explotadas por la agricultura. El énfasis de las actividades del tejido especializado de colectivos y fundaciones se pone ahora no en el uso colectivo sino en la conservación del medio y en las técnicas participativas que comunican las políticas públicas.
Y si miramos a sus publicaciones y dinámicas internas, es decir, a la evolución del discurso, el centro está ahora en el «colapsismo», la idea de que el capitalismo producirá inevitablemente un colapso climático, económico y social de tal envergadura que forzará, en un contexto de catástrofes humanitarias enormes, a una «vuelta al campo» en términos similares a los de los actuales «neorrurales». Para los colapsistas no tendría sentido ya luchar por evitar el desastre ni por transformar las relaciones sociales que lo producen.

En ese marco, los comunales siguen teniendo interés para ellos porque representan un laboratorio de gestión (y para gestores) de la escasez extrema que viene y al que «la sociedad» (o lo que quede de ella) tendrá que adaptarse tarde o temprano.

Es la mirada opuesta a la nuestra.

Para nosotros el comunal no es escasez ni se extenderá como relación social por la reacción desesperada de los muchos que, ante el desastre, aceptarán lo que para ellos experimentaron y diseñaron unos pocos.

Para nosotros es una forma de generar y acercarnos a la abundancia, su valor deriva de su capacidad para impulsar un cambio social y productivo general y de base que necesariamente debe implicar la acción consciente y creativa de grandes mayorías.

Por eso los comunales que más nos interesan son aquellos que se crean mediante el trabajo y utilizan tecnologías que aprovechan las posibilidades de socializar el conocimiento y la información para aportar grandes productividades al trabajo (reduciendo el tiempo necesario para producir lo necesario) y los recursos naturales (cambiando los procesos productivos de parasitarios a sostenibles). Y sobre todo nos interesan los comunales que involucran a miles de personas en el desarrollo y satisfacción consciente y no mercantilizada de aquello que necesitan.

Si nos fijamos atentamente, todas esas tendencias -y no sólo las catástrofes medioambientales y bélicas- están ya presentes en el propio sistema: la socialización del conocimiento es la clave de la IA, el incremento drástico de la productividad es el motor de las innovaciones industriales y nuevas tecnologías como la agricultura de precisión dan la posibilidad de utilizar sostenible y conscientemente los recursos.

Evidentemente en el contexto actual acaban sirviendo casi siempre a lo contrario: la IA se convierte en la base de sistemas totalitarios de control sobre millones; el incremento de la productividad industrial, en paro y pobreza en vez de en jornadas menores; y la nueva agricultura automatizada en un verdadero derroche de recursos que amenaza con secar los acuíferos, dañar las tierras y acelerar el cambio climático.

Pero el hecho importante no es sólo ése sino que las dos tendencias -la que acelera el desastre humano y natural y la que crea las herramientas para una alternativa universal- están presentes. Que la tecnología y las tendencias presentes produzcan escasez y encaminen hacia las más variadas catástrofes no es inevitable. Lo que decanta su uso hacia un lado u otro son las reglas y relaciones sociales que rigen la sociedad como un todo.

Y ahí es donde entran los comunales. No sólo como un ejemplo deseable pero más o menos remoto o particular, sino como un elemento de la toma de consciencia ante la crisis de la civilización actual... que aporte a su transformación en los hechos aquí y ahora. Sin esperar a ningún desastre universal para reivindicar qué razón teníamos. Al contrario, luchando por evitarlo sin esperar no se sabe qué reconocimiento. Creando un mundo nuevo para toda nuestra especie desde lo más cotidiano a lo más grande. Desde hoy, desde ya.
#Correspondencia #Publicaciones. Acaba de llegarnos el primer número de este año de CALL, el boletín de ICD (Mesa de Enlace Comunal Internacional).

Incluye la convocatoria para la conferencia internacional de ICSA (Asociación Internacional de Estudios Comunales), que se desarrollará entre el 15 y el 19 de enero de 2024.

https://static1.squarespace.com/static/61b67916afaa76548e5bfa3a/t/6442385045d9a502c907ae9d/1682061434566/callbulletin1.pdf
#SaludMental, #salud y comunidad.

No es sólo que la #soledad mate, es que cuanto más comunitario es el modo de vida, más sanos, felices y fuertes somos.

Según los directores del Estudio de Desarrollo de Adultos de Harvard, el estudio científico más largo jamás realizado sobre la felicidad (va por su 85º año), las personas con una intensa vida comunitaria son:

«más felices, físicamente más saludables y viven más que las personas que están menos conectadas»

https://the-good-life-book.com/
#SaludMental. Estudio sobre la angustia emocional a nivel mundial y su evolución, obviamente relacionada con la precariedad, las condiciones de trabajo y en general un modelo de civilización que aísla e individualiza a base de negar lo comunitario y lo colectivo.

«La evidencia emergente sugiere que la angustia psicológica ha aumentado sustancialmente en los últimos años en los Estados Unidos y el Reino Unido ( 1 - 4 ). Estimulado por la evidencia que documenta el aumento de las "muertes por desesperación" y el malestar en los Estados Unidos ( 1 ), un estudio reciente mostró que la angustia extrema entre los adultos estadounidenses aumentó del 3,6 % en 1993 al 6,4 % en 2019. Este aumento estuvo relacionado con la baja educación y la precariedad del mercado laboral. Un segundo estudio estadounidense encontró un aumento de la angustia entre los adultos en edad laboral del 16,1 % en 1999-2000 al 22,6 % en 2017-2018.

En el Reino Unido, se han identificado aumentos en la angustia desde 2010 en adultos jóvenes y desde 2015 en adultos en edad laboral. Además, hay evidencia de que estos aumentos pueden haber sido exacerbados por la pandemia de COVID-19.

A escala mundial, los impactos demográficos de la crisis financiera de 2008 a 2010) y la pandemia de COVID-19 en 2020 se han relacionado con mayores dificultades de salud mental y angustia emocional en las naciones afectadas. Sin embargo, aún no ha surgido una imagen global de las tendencias contemporáneas en situaciones de angustia. Para abordar este problema, examinamos los datos más actualizados de la encuesta representativa de Gallup World Poll de 113 países para estimar los cambios globales en los sentimientos de angustia emocional de 2009 a 2021, incluso durante la pandemia de COVID-19. »

https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2216207120
#Libros. «Vivir en la misma dirección». Un manifiesto por la vida en comunidades igualitarias urbanas, colivings, cohousings, etc. a todas las edades


https://editionsxyz.com/livre/loger-a-la-meme-adresse/
Alerta del «Cirujano General» de EEUU: «Nuestra epidemia de soledad y aislamiento»: La soledad presenta una profunda amenaza para la salud pública similar al tabaquismo y la obesidad.

https://www.hhs.gov/sites/default/files/surgeon-general-social-connection-advisory.pdf

Según una encuesta citada, en EEUU el tiempo que se pasa con amigos disminuyó 20 horas al mes entre 2003 y 2020 mientras que el tiempo que se pasa a solas aumentó 24 horas al mes en ese período

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36618547/

“No se trata solo de personas que se sienten bien o mal con su vida social”, dijo Julianne Holt-Lunstad, profesora de psicología y neurociencia en la Universidad Brigham Young y editora científica principal de la alerta. “Realmente tiene un impacto en nuestra salud física”.

https://www.washingtonpost.com/health/2023/05/02/loneliness-health-crisis-surgeon-general/

Artículo del «Cirujano General» en New York Times sobre la soledad y sus efectos que precedió la alerta oficial

https://www.nytimes.com/2023/04/30/opinion/loneliness-epidemic-america.html
#Historia. Mañana es 9 de mayo, el día de Icaria. En la imagen, representación de un mitin dentro de un «pinic icariano» en la película «El joven Marx» (2017)